Una crítica al arte contemporáneo
Hace 3 mil años una estatua, una obra de teatro y un fresco tenían algo en común: eran consideradas obras de arte. Hoy dos sapos dentro de una pecera con encajes, un mural con algunos dibujos y una prensa de ropa interior colgada y unos ladrillos en forma de bote también tienen algo en común: ¡ son considerados obras de arte!
A lo largo de 3 milenios los códigos y las formas de hacer arte han cambiado tanto como la Humanidad. El lenguaje se ha enriquecido, han descubierto nuevos continentes y hemos pisado la superficie de la Luna, pero lo más incompresible para mi es que cada vez que el hombre se hace más complejo, nuestras manifestaciones culturales se hacen más insulsas e incomprensibles para el común de los mortales.
El arte contemporáneo, en sentido literal, es el que se ha producido en nuestra época: el arte actual, pero si el público actual no lo entiende, sigue siendo arte?
Los procesos de resemantización que se dan en el mundo actual hacen que cualquier “artista” proponga un tema, elemento o manifestación artística a un público determinado y de pronto aparezcan varios críticos alabando la “obra de arte” y catalogándola de “vanguardia artística”. Luego ocurrirá lo de siempre, muchos espectadores verán la obra sin comprenderla ni sacar alguna enseñanza y el artista agregará un elemento más a su currículo.
Durante muchos años el arte fue patrimonio de algunos elegidos, pero a disposición del entendimiento de la mayoría. Por lógica, si una obra de arte no es comprendida por el público se convierte simplemente en un capricho. Pero también sucede una cosa muy curiosa, muchos a la hora de enfrentarse a una obra de arte moderna repiten lo que le escuchan a los críticos, pero son incapaces de sacar conclusiones propias, por desconocimiento o por incomprensión.
Otro fenómeno aparejado al arte contemporáneo es la masificación del arte. Se ha tratado de imponer la idea de que cualquiera puede ser artista, cuando en realidad no es así. Si durante muchos años se pensaba que los artistas eran personas bendecidas por los dioses, hoy sucede todo lo contrario, son absorbidos por la muchedumbre y tratados como fenómenos masificados y a fin de cuenta, comunes.
En el arte del siglo XX y en el XXI, como en todos los ámbitos de la vida contemporánea, el constante cuestionamiento de los convencionalismos convierte la transgresión artística y la ruptura de los cánones artísticos en la norma. Ahora lo habitual es hacer una obra de arte que solo unos pocos la comprendan o que cada cual la interprete de una forma diferente y que a veces no pueda explicar ni el mismo autor.
Muchos de estos cambios en el arte están también estrechamente relacionados con los procesos culturales y psicosociales que cristalizaron en la primavera de 1968.
Aproximadamente a partir de 1975 los artistas comenzaron a intensificar la gradual desaparición del objeto a favor del concepto y del arte efímero; muchos artistas emprendían trabajos en los que "el arte como idea" o la realización de obras en escenarios singulares hasta entonces, eran los nuevos campos de experimentación o vías de escape al callejón sin salida en el que según ellos se debatían las poéticas más formalistas.
Ya en el ámbito artístico universal, y sobre todo en el cubano, se ve la difusión de un nuevo tipo de arte, de unos nuevos comportamientos y de una nueva manera de entender arte y vida. Nuevos escenarios (la calle, un parque, una acera, o un centro de trabajo, es decir, cualquier lugar de la naturaleza) reemplazaron los lugares habituales donde el arte solía exponerse.
Los valores prevalecientes en el arte a lo largo de los siglos se confunden y el arte moderno y las vanguardias han reinterpretado estos valores; los medios tradicionales parecen no ser ya los apropiados para ser mensajes en sí mismos y por eso los artistas actuales ya hacen de cualquier cosa una obra de arte, sin pensar muchas veces en el público.
1 comentario
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Saludos.