Barbies: consumismo y penetración cultura
Desde su aparición hace 50 años las muñecas Barbies se han ganado la conciencia de las niñas de gran parte del mundo. Las pequeñas que tienen estas muñecas las visten según el último grito de la moda y le compran los accesorios que ven en la televisión.
Poco a poco las dueñas van transformando su propia apariencia para parecerse a las Barbies: todas quieren tener un cuerpo estilizado, hermosa piel y llamativa cabellera, al igual que sus juguetes-amigas.
Mucho ha cambiado la Barbie desde 1959, cuando los esposos Ruth y Elliot Handler, fundadores de la empresa de juguetes Mattel, presentaron su creación en la feria de juguetes de Nueva York. Tomó el nombre de Barbie en honor a su hija y costaba solo 3 dólares. Luego aparecería el novio de Barbie, Ken y varias amigas (una afroamericana, una hispana y una asiática).
Durante su medio siglo de vida la Barbie no solo ha sido médico, astronauta, veterinaria, ejecutiva, rockera y hasta surfista, sino que incluso ha impuesto modas en las familias americanas. La “Barbie conductora descuidada” impuso la moda de los autos deportivos descapotables de los 60s, mientras que la “Barbie alcohólica empedernida” trajo modas menos llamativas y más perjudiciales para los niños. Por esa época también fue “alienígena”, “doble de películas”, “miembro del equipo S.W.A.T”, “científica nuclear” y hasta “kamikaze”.
Sin darnos cuenta esta relación niña-Barbie crea una dependencia de las modas y de los modelos de consumismo americanos que son impuestos por los medios de comunicación masivos, sobre todo la TV y el cine (Una niña norteamericana entre 3 y 11 años tiene en promedio de 10 Barbies). Y es que la industria cultural norteamericana puso su punto de mira en las más jóvenes generaciones para modificar sus hábitos de consumo. Desde la misma figura de la Barbie (alta, delgada, joven y preferiblemente caucásica) hasta la ropa y los accesorios de las muñecas son claro símbolos del modelo de consumo norteño, donde el papel fundamental en el comercio minorista lo tienen las mujeres jóvenes de la clase media.
Según datos declarados por los creadores de las muñecas, las ventas de esta le han reportado a los dueños de Mattel 3600 millones de dólares y se han vendido alrededor del mundo más de 800 millones de muñecas. Cada segundo se venden dos Barbies en el mundo, o lo que es lo mismo, 120 por minuto o 7200 por hora.
Son decenas las series y largometrajes que tiene por protagonistas a estas muñecas, donde todos los personajes femeninos (o por lo menos la mayoría) tienen la misma figura de las Barbies: solo se diferencias en la tonalidad de su piel y en el color de los cabellos. A la gran industria le conviene una sociedad homogénea, con los mismos hábitos y las mismas ideas, que reaccione igual ante un mensaje determinado, como lo dictan algunas de las teorías de la comunicación. Incentivando hábitos y costumbres en las más pequeñas, mediante técnica clásicas, se logra que unos años después esta misma generación ya tenga en el subconsciente modelos de consumo capitalistas condicionados por la industria cultural.
El fenómeno Barbie no solo se limita a las muñecas, junto a estas aparecen películas, cortometrajes, líneas de ropa o accesorios para estas muñecas y sus dueñas, que van desde teléfonos celulares hasta gafas o mochilas estilo “Barbie”. Poco a poco las Barbies han salido del ámbito norteamericano y han cruzado los océanos, porque ya el mercado global no tiene fronteras y cualquier comprador de su producto es bienvenido.
La cultura Barbie es tan abarcadora que en estos momentos se ha convertido en un icono de la moda, además de que su mercancía es tan apreciada por las niñas (y coleccionistas) que Barbie ya no vende artículos basados en la muñeca. Ahora el sello Barbie produce una cantidad increíble de mercancías que si bien no se venden tan bien como la muñeca son una importante suma para Mattel. Entre los productos que se pueden encontrar de Barbie, hay ropa para niñas, joyas, relojes, cajas registradoras, autos para niñas, juegos de PC, juegos de GBA, películas, estampas, accesorios de decoración, música. Hasta el momento Mattel ha lanzado ¡17 películas! donde el papel protagónico lo tiene su muñeca.
El ejemplo de las Barbies lo retomaron en el 2001 cuando la empresa de juguetes MGA creo una línea de muñecas de cuatro integrantes llamadas Bratz que le haría la competencia a las Barbies. Cada Bratz tenía una diferente personalidad, forma de vestir, color de cabello. La Mattel no pudo contra las muñecas Bratz pues la Barbie no se podía ampliar mucho más allá de ser una princesa de color de rosa.
Hoy son miles las niñas que quieren parecerse a la Barbie en todos los sentidos: envidian su pelo, su forma de vestir y sobre todo su cuerpo esbelto. La figura de la Barbie ha levantado mucha polémica siempre. Las proporciones de esta muñeca de 29 cm de altura equivaldrían a una chica con unas medidas de 100-45-80, 1,70 m de altura y unos 45 kilos de peso, algo que solo cumple una de cada 100.000 chicas. Se ha criticado mucho este modelo de mujer a imitar, por su marcada similitud con una chica anoréxica. No seria una cinturita de avispa, sino aun menor. Desde el principio la muñeca ha estimulado a las niñas a obsersionarse con el peso y la figura “adecuada”, incluso la “báscula Barbie” lleva la leyenda: Nunca más de 50 kilos.
A fin de cuentas las Barbies han servido como un instrumento de penetración cultural y se ha convertido en un símbolo del consumismo, aunque a veces su presencia sea más o menos evidente. Niñas, coleccionistas y vendedores las seguirán persiguiendo por mucho tiempo, como lo dicte el mercado.
2 comentarios
miriam pozo haroui -
LAURA -
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