Gastos militares: freno para el desarrollo de la Humanidad
Los gastos militares de los países más ricos no solo significan un freno para el desarrollo, sino también uno de las principales causas de la actual crisis económica mundial.
A menudo se habla de crisis financiera, hipotecaria, y especulativa y se compara con el Crack del 29. Pero esa crisis del 29, considerada por muchos la más grave del pasado siglo, no tuvo que ver con los gastos militares como esta. En aquella los Estados Unidos comenzaron a redirigir una parte de su economía a fines bélicos y a combatir al naciente estado ruso. La Segunda Guerra Mundial y el suministro de material bélico, alimentos y capital a los implicados los hizo salir de la crisis, y de la conflagración, como una potencia mundial. Pero ese no es el caso de estos tiempos.
Desde algunos años los representantes reunidos en la Cumbre del Milenio, en el 2000, se plantearon una serie de metas imprescindible para el avance la humanidad, que incluye la reducción de la pobreza a la mitad en todo el planeta para 2015 y otra serie de medidas acerca de la educación y la salud. Para lograr estas metas eran necesarios unos 760 mil millones de dólares, que se aportarían gracia al 0.7 % del PIB de los países miembros de la ONU. Sin embargo, hoy poco se ha avanzado en este sentido, en parte producto del desconocimiento que ha prestado el gobierno americano a estos acuerdos.
Los Estados Unidos solo han destinado al cumplimiento de las Metas un 0.1 % y sin embargo destinó con fines bélicos en el 2007 más de la mitad del gasto mundial, que otra vez se elevó por encima del millón de millones, una cifra que solo se alcanzaba en tiempos del Guerra Fría y que a partir del 2005 es nuevamente una realidad.
Con solo una parte de ese millón de millones que se destina a investigaciones militares y armamento de alta tecnología se podría mitigar el hambre de los 815 millones de hambrientos en el mundo, se podría dar educación a los 845 millones de adultos analfabetos y se podría dar tratamiento a los 40 millones de enfermos del VIH-SIDA.
Pero los países más poderosos, esencialmente Estados Unidos no piensan así, para ellos sigue siendo más importante la supremacía militar que el desarrollo humano, por eso siguen destinando 60 veces más dinero en adiestrar a un soldado que en la educación de un niño en edad escolar.
Hace más de 20 años, en el contexto de la Guerra Fría, la justificación de los grandes gastos militares era lograr la paridad militar y frenar el avance soviético. En ese tiempo la lucha bipolar era el argumento que esgrimía EE.UU. para su desmesurada carrera armamentista, pero hoy, con la desaparición de la U.R.S.S. no son necesarios tantos gastos militares, a pesar de lo cual el Norte sigue gastando la mitad de todo lo que se gasta en armamentos en el mundo.
Con todo el dinero que gastan los EE.UU. al año en armas se podría con seguridad llegar cerca de las Metas de Milenio: 210 millones para garantizar el acceso universal al agua potable, 250 millones para reducir la mortalidad infantil en dos tercios y 300 millones para garantizar la educación primaria universal. Mientras cada americano per cápita gasta 10 veces más que cualquier otro ciudadano en armamento, solo aporta al desarrollo de la humanidad 16 veces menos dinero que la Unión Europea, por ejemplo. Una cifra que da mucho en qué pensar es que los EE.UU. piensan gastar en el nuevo sistema antimisil más de un millón de millones de dólares, casi lo mismo que se gastó en todo el planeta el año 2007 en armamentos.
Esas son las ironías de la vida, mientras unos gastan millones en formas novedosas de acabar con la vida otros mueren de hambre, de sed o de enfermedades prevenibles.
Hoy los propios Estados Unidos han planteado la necesidad de hacer un rescate financiero global para salir de la crisis que ellos mismos provocaron, en parte producto de las grandes sumas destinadas a las guerras de rapiña. Ya la economía dual y el Complejo Militar Industrial no sirven de punta de lanza de la economía norteamericana, sino que es una carga en los hombres del contribuyente, no solo americano sino global. Mientras se destinan millones a las investigaciones militares y se mantienen varios miles de puestos laborales en las factorías de la Northrop Grumman o la Lockheed-Martin (los dos paladines de guerra en Estados Unidos, contratistas, tanques pensantes y proveedores del Ejército americano), otros cientos de millones no tienen empleo ni alimento, mucho menos educación.
Ante la crisis el electo presidente de la unión americana ha declarado que reducirá el número de efectivos sobre las armas y regresará a suelo americano a los soldados embarcados en las guerras sin sentido de Afganistán e Irak. Pero todavía le falta lidiar con el aparato militar estadounidense, acostumbrado por más de 50 años a dictar los pasos de la economía yanqui.
Sería bueno se que sentarán a sacar cuentas sencillas de cuánto cuesta la carrera militar y cuánto se podría hacer por el bien de la humanidad. A los precios actuales se puede adquirir un rifle con solo 100 dólares, pero con ese mismo dinero se puede adquirir también suficientes tabletas de vitamina A para prevenir la ceguera de 3 mil niños de un año de edad. Con 800 millones se pueden comprar 23 aviones de combate F-16, pero también se podía adquirir la sal yodada durante 10 años para 1600 millones de personas. Con 24 000 millones de dólares se podría comprar 11 bombarderos estratégicos pero también se podría garantizar la educación primaria para 135 millones de infantes que no están escolarizados. ¿Qué es más necesario y barato, la vida sana, educada y libre o la guerra, dolorosa, sin sentido e inhumana?.
La búsqueda de la paz a toda costa no se podrá lograr a menos que pensemos primero en el hambriento, el desposeído, el ignorante y el enfermo. Tampoco se podrá llegar a un entendimiento universal a menos que haya una preocupación verdaderamente humana por cada niño, cada mujer y cada anciano que vive en esta burbuja azul, cansada ya de tantas Hiroshimas, tantos Viet Nam, tanta “lucha contra el terrorismo” y tanta “cruzada contra el mal”.
Hoy esa carrera armamentista nos ha llevado a tener siempre presente el peligro de una confrontación nuclear, que acabe con la vida en la Tierra, y a vivir inmersos en una crisis financiera global causada por unos pocos, pero que ya afecta a la mayoría de la población mundial.
Ahora somos la única especie animal que ha creado métodos para su total aniquilación. No solo chocamos con la misma piedra dos veces, sino que creamos artefactos para que ese choque sea lo más destructivo posible. Nuestro raciocinio se ha perdido o silenciado y solo nos preocupamos por ser más fuertes o estar mejor armados. Por supuesto, eso será hasta todos los habitantes de este pequeño planeta digan BASTA.
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