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Letra Nueva

Los locos de mi ciudad

Los locos de mi ciudad

Mi ciudad está llena de locos. Locos delicioso, locos tranquilos, locos que no son tan locos, locos de todos tipos caminan por la calles de mi ciudad y algunos ni siquiera saben que están locos.  Hoy le decimos locos a cualquiera que vaya en contra de las normas sociales del buen comportamiento, unos por enfermedades reales y otros por tener la cara más dura que lo normal. 

Uno de esos que ya no están, pero que fue un loco conocido y querido por todos era Pascual, uno de esos seres llenos de misterios y de ideas extrañas, que lo mismo entablaba una conversación sobre física o mecánica con cualquier estudiante universitario que se pasaba horas mirando a la gente caminando por el Boulevard de Cienfuegos sin decir siquiera una palabras. Pascual era un “chiflado” con la mente llena de ideas enrevesadas que no lograban salir de la barrera de sus ojos o su boca, pero era un loco tranquilo. Con su personalidad se ganó el cariño de toda una ciudad, que incluso le dedicó canciones y hasta un documental televisivo. Hoy todavía hay personas que lo recuerdan con cariño y hablan de él como “un loco bueno e inteligente”. Pero no todos los locos de mi ciudad son así.

Caminan por las calles de Cienfuegos algunos locos que llevan los ojos llenos de nubes y tormentas, que solo esperan un momento para exteriorizas sus demonios internos y provocar algún altercado en las arterias de la urbe. Hay un señor gordo, de unos 50 años, que camina descalzo todo el día por el Boulevard o el Prado, aunque vive por las primeras cuadras de la principal arteria de la urbe y uno de los Paseos más largos del país. Dicen los que lo conocen que era una persona normal y trabajador excelente, pero de un día para otro su mente comenzó a desvariar y poco a poco fue perdiéndose en sus propias ideas y soliloquios.   

Aunque de verdad estamos llenos de locos, ninguno es verdaderamente peligroso, por supuesto, no como aquellos locos famosos de la antigüedad, que lo mismo le daban candela a Roma que designaban a un caballo como Senador. Aquí lo más peligroso que puede hacer uno de estos lunáticos es pedir con demasiada insistencia un peso para comprar cigarros, pero nunca llegan a la violencia física. Aquí incluso hay locos divertidos, como ese que se pasea por toda la ciudad con un pequeño carromato (él se imagina que es un automóvil, lleno de chapas y letreros) y emite los sonidos de muchos carros, pero sobre todo de las ambulancias.

A pesar de que la ciudad está llena de locos, todavía muchos viramos la vista cuando pasamos a su lado o nos hacemos los desentendidos de sus problemas. En fin, así actuamos los que “parecemos” cuerdos y actuamos según las normas.

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