Blogia
Letra Nueva

Bases militares norteamericanas: imperialismo disfrazado y gobierno global

Bases militares norteamericanas: imperialismo disfrazado y gobierno global

En momentos en que las bases militares norteamericanas están en las agendas públicas de muchos medios de prensa del mundo, algunos piensan que este es un fenómeno contemporáneo, pero la realidad es que esos signos imperialistas marcan la política expansionista de los Estados unidos desde hace más de un siglo.

Fue a finales del siglo XIX en que Estados Unidos modificó su política de seguridad nacional y planteó que la protección de sus intereses comerciales requería de una marina poderosa dislocada en las zonas de influencia comercial y bases navales o carboneras que pudieran abastecer a sus barcos en cualquier momento, sin tener que regresar a territorio continental americano.

En esa época la marina inglesa era la dueña y señora de los mares del mundo y los Estados Unidos poco a poco iba ganando protagonismo en la escena política y económica mundial, pero para ello precisaba de un respaldo militar constante. Ideas como esas fueron expuestas por primera vez en el libro “La Influencia del Poder Naval a través de la Historia", escrito en 1890 por el profesor del Colegio de Guerra Naval, Alfred Thayer Mahan.

La obra de Mahan tuvo una recepción tal entre la alta cúpula del ejecutivo norteamericano, que de inmediato se le designaron recursos destinados a crear una marina superior que respaldara estas ideas.

Pero las “sugerencias” de Mahan, que contaba con una reconocida carrera naval, iban mucho más allá. En su estudio percibió la gravitante influencia política, económica y social ejercida por las potencias marítimas, donde pequeños países con escasa población habían dominado al mundo conocido gracias al poder naval y el control de las líneas de comunicaciones marítimas.

En 1896 sus ideas poco a poco se iban perfilando: ya existían varios navíos de línea, algunos destructores y se construían barcos de guerra de diferentes tamaños y con diferentes objetivos ofensivos. En 1898 probaron su supremacía sobre las fuerzas hispanas en varias batallas navales, donde más que su superioridad estratégica demostraron que eran maestros en aprovechar las deficiencias del enemigo.

Fue en esa época en que se apoderaron de Guantánamo y Puerto Rico de forma burda y un poco más disfrazada de Nicaragua, todo esto en sus ansias por proteger la ruta del Canal de Panamá y todo el comercio en el Caribe. Las bases militares y carboneras que se instalaron en esta zona tenía el fin de “abastecer” las naves americanas en tránsito, pero también imponer poco a poco su dominio con el chantaje y la injerencia militar. En la época todos los buques militares norteamericanos tenías sistemas de propulsión a base de la combustión del carbón y todavía los motores de combustión interna y los diesel están en las mente de algunos visionarios.

También los Estados Unidos se apoderaron de Filipinas y establecieron sus bases allí para proteger las rutas asiáticas, donde circulaban a diarios múltiples cargamentos de las más variadas y costosas mercancías. La posesión de Hawai mediaba en el océano Pacífico y cumplía los mismos propósitos.

La instalación de una base militar en suelo extranjero conllevaba destinar recursos, fuerzas militares, barcos y mucho personal, pero a la larga garantizaba que sus intereses en esa región estuvieran a buen recaudo, incluso, que los intereses de sus socios comerciales también lo estuvieran. A menudo la injerencia de los militares norteños llegaba a tal punto que se interponían en las acciones militares de otros estados, como ocurrió en Nicaragua entre noviembre y diciembre de 1909, cuando los navíos americanos inclusos dispararon contra las tropas nacionales de ese país centroamericano.

Desde ese tiempo las bases suelen ser jurisdicciones extra-legales, y sus miembros no están sujetos a leyes civiles.

Ya más entrado en el siglo se afianzaron en territorios diversos: en Panamá la Zonal del Canal contó siempre con una guarnición poderosa en ambos extremos de la ruta oceánica, en Puerto Rico tuvieron como polígono de pruebas a la Isla de Vieques durantes muchos años y gran parte de Okinawua pertenece a sus bases militares en el Japón luego de la Segunda Guerra Mundial.

Alemania, el Reino Unido, Israel, México, Colombia, Panamá, Cuba, muchos países de la extinta Unión Soviética, Japón… y una larga lista de zonas en el mundo ven hoy con desagrado como los militares norteamericanos tienen inmunidad y hacen y deshacen a su antojo en todas las bases militares que mantienen actualmente.

Según cifras oficiales de 2005, sus más de 737 bases militares en todo el mundo, más las que posee en territorio propio, ocupan una superficie de 2.202.735 hectáreas, todos estos datos según el Base Structure Report (BSR, por sus siglas en inglés, 2005), un inventario anual del Departamento de Defensa de EE.UU. Pero este es un documento donde no se consignan las bases en conjunto con otras naciones o las que están disimuladas bajo otra bandera que responde a sus órdenes; allí no se cuenta la enorme base Camp Bondsteel de Kosovo, edificada por una subsidiaria de la Halliburton o las que explotan de conjunto con la están convenientemente disfrazadas como bases de la Royal Air Force, pero que le cuestan a los americanos 5000 millones de dólares.

En esta cifra no se cuentan las más de 106 guarniciones estadounidenses instaladas en Irak y Afganistán desde mayo del 2005, ni as 20 que las fuerzas norteamericanas comparten con tropas locales en Turquía.

Todas estas bases de una forma u otra violan legislaciones mundiales respecto al traslado y proliferación de armamentos, pues nadie que no sea el propio Pentágono puede investigar los movimientos y armas que se prueban o usan en estas bases, que si estuvieran en suelo norteamericano tuvieran que responder a sus leyes, pero como están dislocadas fuera de sus fronteras, no responden a las leyes de los países que las alojan ni a las propias leyes americanas.

Cifras de diferentes informes del Pentágono, indican que posee 32.327 cuarteles, hangares, hospitales y otros edificios en sus bases del extranjero y que alquila además 16.527 instalaciones. En muchos de estos casos, para no decir todos, el gobierno americano paga por el arrendamiento de estas zonas y la cuestión queda como un simple alquiler de este pedazo de territorio, pero realmente en una concesión fuera de discusión pues allí y en todo el territorio a su alrededor son totalmente impunes.

Imagine cuántos recursos se destinan a estas bases que según su propios informes (los del Pentágono) el total mundial del personal militar estadounidense en 2005, incluidos los que tienen su bases en el interior del país, fue de 1.840.062, auxiliados por 473.306 funcionarios civiles del Departamento de Defensa y 203.528 contratados locales.

Poco a poco las bases militares norteamericanas en suelos foráneos llevan el imperialismo norteño hasta esas zonas, pero con las ropas militares. En otra época, se podía establecer la extensión del imperialismo (ya sea el Reino Unido, Alemania, Francia o los propios Estados Unidos) contando sus colonias. La versión estadounidenses de la colonia es la base militar y si es así, entonces las fuerzas imperiales y el militarismo crecen cada días con la expansión de estas.

Pero desde inicios del siglo anterior hasta acá las “bases navales y carboneras” han cambiado mucho, pues ahora el poderío militar norteamericano no solo está basado en su marina, sino en su fuerza aérea. Si anteriormente necesitaba las bases para repostar de carbón para los barcos, ahora sirven de zona segura para los superbombarderos B-52 y las enormes flotas de cazabombarderos y aviones autopilotados que intervienen en cuanto conflicto sucede a sus alrededores.

Pero todas estas bases tienen también gran número de soldados de infantería: entre el 2007 y el 2008 hicieron regresar de Alemania una Brigada completa, compuesta por la primera División Blindada y la primera División de Infantería, un total de 3.500 hombres, así como la segunda División de Infantería situada en Corea del Sur. Estas tropas habían sido las mismas que tenía como objetivos ser la punta de lanza de los supuestos enfrentamiento de la guerra fría contra soviéticos y chinos.

En estos momentos ya la política de seguridad nacional de los Estados Unidos no solo promueve la protección de sus intereses a toda cosa, incluso con las intervenciones preventivas, sino también la creación de fuerzas militares capaces de disuadir las agresiones y amenazas en cualquier región crítica. Ahora su postura militar y de “gobernador global” tiene un nombre diferente, es el Integrated Global Presence, del Departamento de Defensa, conocido como “Global Posture Review”, donde se plantea un realineamiento global alrededor de los Estados Unidos.

El 24 de septiembre de 2004, el ex_secretario Donald Rumsfeld reveló los primeros detalles concretos de este proyecto al Comité del Senado de Fuerzas Armadas. Planteó que “necesitamos ser capaces de abordar todo tipo de operaciones militares, desde el combate hasta el mantenimiento de la paz en cualquier lugar del mundo y lo más rápido posible”. Ya no solo las bases militares les serviría para proteger su seguridad nacional, sino también para imponer la paz, como gendarme y tirano global.

1 comentario

angel collado ruiz -

Hay noticias que son necesarias y otras que son importantes, en Cienfuegos se ha vapuelado, se ha adulterado, se ha prostituido tanto el oficio valiente de periodista , que estamos asistiendo a una clase de escritores desempleados en unos pocos años de tanto que han choteado su credibilidad. angel collado ruiz