Al alcance de tu ritmo
He escuchado su voz y he visto su figura, pero siempre tras el velo transformador del tiempo. Cuando le cantó a su pueblo y a Cienfuegos mi padre era un niño; algo ha cambiado cuando pienso en él, ahora lo puedo tocar y siento la canción aunque sus labios estén rígidos, “...Cienfuegos es la ciudad que más me gusta a mi...”.
A diario lo veo rodeado de caras pícaras y manecitas ávidas de tocarlo, aunque nunca hayan escuchado su música. Incluso pareciera que cuando está solo y no hay flores en sus brazos, su cara denota tristeza. Los mayores también se paran a su paso y le regalan una sonrisa llena de vida sin esperar que él les corresponda.
Ahora pienso ¿cómo apareció allí?, quizás su canción, que aún se escucha en nuestras calles, no se quiso marchar y se hizo imagen y figura allí, en medio del Prado, “...cuando a Cienfuegos llegué, sus calles yo quise ver…”
Quizás no, puede que no haya sido así. Una señora que bailó en su juventud al compás del Bárbaro del Ritmo me contó que una noche muchas personas soñaron con él y al día siguiente apareció en el paseo, con su bastón y sombrero de siempre.
Es mejor verlo así, surgido del amor de su pueblo, acompañado, querido y siempre recordado. Otros, menos idealistas, dirán: es una de las estatuas de José Villa, como la del Caballero de París o Jonh Lennon.
Sí, tal vez, pero esos no han visto todavía cuando el Benny responde las sonrisas a los niños o cuando agradece las flores de las abuelas que hace más de 40 años bailaron con su música. Entonces dirán como yo; no es una simple estatua, es un ideal materializado por el sentimiento de su pueblo y su ciudad.
En las calles de la ciudad de La habana existe la tradición de tocarle el dedo o la barba al Caballero de París, o sentarse al lado de Jonh Lennon, todo esto producto de la creencia popular de que hacerlo depara suerte. Ojalá que se convierta en una tradición también que le pongan flores al Benny, puede que esto no le traiga suerte a los que lo hagan pero sí será un digno gesto al Bárbaro del Ritmo.
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