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Letra Nueva

Tabaco e identidad cubana

Tabaco e identidad cubana

Cuentan que Cristóbal Colón al tocar tierra cubana en 1492 envió a dos de sus mejores hombres con las cartas de presentación de los reyes católicos para los emperadores chinos, al pensar que precisamente habían arribado a ese país asiático.

Pero los emisarios, Rodrigo de Xerez y Luis de Torres, se tropezaron con aborígenes que portaban tubos de hojas enrolladas en los labios, los cuales se encendían por un extremo y por el otro se absorbía el humo. Habían visto a los primeros fumadores de tabacos.

La historia también dice que fue ese mismo Rodrigo de Xeres (o Jerez), quien introdujo el hábito de fumar en España, pero fue encarcelado por la Inquisición por “practicar algo pecaminoso e infernal”. Al considerarlo la iglesia como demoníaco, se generaron grandes conflictos, pero finalmente el tabaco logró imponerse.

A lo largo del tiempo el tabaco se convirtió en símbolo de cubanía, pero son pocos los cubanos, y los fumadores en sentido general,  que han visto el proceso de convertir una pequeña semilla en planta, luego en hoja y más tarde en tabaco.

Durante muchos años la Metrópolis española le prohibió a los tabaqueros cubanos que comercializaran sus mercancías con otras naciones que no fuera España. Todo el tabaco que salía de Cuba lo hacía por unos pocos puertos controlados por España, pero al eliminarse la Ley de Estanco del Tabaco este se difundió más rápidamente por el resto del mundo y se pudo conocer más de su fabricación y por ende de Cuba, donde se sigue fabricando el mejor tabaco del mundo.

El cultivo del tabaco se fue desarrollando en Cuba a lo largo del siglo XVII hasta convertirse en el más productivo de la Isla durante los primeros años del siglo XVIII. Era una mercancía que se caracterizaba por ser durable, de reducido volumen y peso, que había ido adquiriendo buenos precios debido a la gran demanda existente en Europa, y que podía exportarse tanto por vía legal como mediante contrabando.

En esa época los mejores tabacos del mundo eran producidos en Cuba, y fumar habanos era símbolo de cubanía, pero pocas personas conocían el proceso completo, de la tierra a la boca.

Durante un tiempo, cuando era más joven, trabajé unos días atendiendo unas siembras de tabaco. Incluso vi el proceso de recolectar las hojas y estuve dentro de las casas de secado donde las hojas pierden gran parte de la humedad y van tomando ese color y olor característico.

Alguno de los campesinos que allí trabajaban seleccionaban sus mejores hojas y hacían sus propias “brevas”. Ellos lo sembraban, lo atendían todo el año, lo cortaban, lo torcían y lo fumaban; era todo el proceso hecho por las mismas personas.

Hoy sin embargo, muchos fumadores aficionados de gabinetes y no saben diferenciar un puro hecho en República Dominicana a un habano hecho en Cuba. Y es que las características del suelo y del clima de esta isla, sumado a su tradición y continuidad de manufactura, son los factores que determinan una calidad de tabaco único, que no se puede hacer en otras partes del mundo.

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