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Letra Nueva

Bancarrotas, despidos y rescates financieros

Bancarrotas, despidos y rescates financieros

Por estos días se oye a menudo hablar de grandes empresas en bancarrota, enormes masas trabajadoras despedidas de sus puestos laborales y de miles de millones de dólares en rescates de algunas economías nacionales.

El último gigante que dio su alarido de bancarrota fue la General Motors Corp, que se declaró en bancarrota ya y sobresale como uno de los símbolos del poder económico de Estados Unidos en decadencia. Al argumentar su estado financiero declaró que la compañía tiene 172.810 millones de dólares en deudas y solamente 82.290 millones de dólares en activos.

Apenas declaró su estado económico deficiente, amparada bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, el gobierno anunció que le suministraría otros 30.000 millones de dólares adicionales en fondos estatales para reestructurarla (ya le había sumistrado 20 000 millones) y darle competitividad frente a las automotrices asiáticas, que amenazan con lograr la vanguardia en este mercado.

También sus directivos anunciaron que eliminará 2.600 distribuidores, el cierre de 11 instalaciones en Estados Unidos y la suspensión de otras tres plantas en el resto del mundo, lo que significaría el despido de más de 21 mil obreros solo en Estados Unidos, casi 34% de su fuerza laboral.

Pero la noticia no se queda ahí: aparte de los 50 000 millones de dólares que ha invirtido el gobierno de Obama para mantener la vitalidad del gigante automotriz, el gobierno de Canadá y la provincia de Ontario otorgarán otros 9.500 millones de dólares a la General Motors. Cuando esta termine su reestructuración, en unos tres meses, el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz (UAW) tendrá un 17,5 por ciento de la nueva empresa, el Gobierno de Canadá se quedará con un 12 por ciento y los dueños de bonos de GM obtendrán un 10 por ciento.

Gran parte de la empresa pasará a manos de Gobierno americano, de forma tal que el Estado poco a poco comienza a tomar por su cuenta algunas de las grandes empresas privadas, símbolos del libre mercado proclamado por los defensores del neoliberalismo.

Toda esta reestructuración significa un movimiento de capital enorme y una amplia fluctuación en el valor de los bonos de esta empresa, que emplea 92.000 personas solamente en Estados Unidos. Ya las acciones de GM llegaron a su precio más bajo en la historia de la compañía, pues el viernes se cotizaron a 75 centavos de dólar.

Hace también unos días se autorizó la venta de activos de otro gigante automotriz, Chrysler, a un grupo liderado por Fiat Sp.A. La Chrysler anunció su bancarrota el jueves y declaró que suspenderá temporalmente la mayor parte de su producción de vehículos en sus plantas asentadas en suelo americano, pero que las que se encuentran en otras naciones seguirán produciendo normalmente.

Ahora le espera una restructuración parecida a la de la GM; tras la salida de la bancarrota, la empresa será propiedad del sindicato United Auto Workers (55%), el gobierno estadounidense (10%), el gobierno canadiense (10%) y Fiat (más de un 20%).

A tono con los rescates a los gigantes caídos, el presidente Obama anunció que Chrysler recibirá otros 8.000 millones de dólares del contribuyente estadounidense.

La reorganización de este otro gigante automotriz significa también el desplazamiento de un número enorme de obreros industriales, que pasarán a forma parte del ejército de desempleados americanos, abultado ahora como resultado de la crisis.

Al parecer la crisis solo afecta a estos monopolios millonarios, pues nadie habla de los millones de trabajadores desempleados en el resto del mundo o aquellos que simplemente no tienen alimentos o agua potable. Esos, a fin de cuentas, son solo “daños colaterales” del neoliberalismo.

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