América del Norte; ¿geopolítica o geografía?
Hace algún tiempo me pregunto ¿Porqué cada vez que nos referimos a Estados Unidos decimos Norteamérica? ¿Es que no hay otros países en el norte de nuestro continente? Bueno, geográficamente el Norte de América es compartido por Canadá, Estados Unidos de América, Estados Unidos Mexicanos, Honduras, Panamá, Costa Rica, Guatemala, Puerto Rico, Venezuela, Colombia y una lista interminable de islas en el Caribe donde se destaca Cuba por ser la mayor en tamaño.
Todos estos países comparten medio continente si nos guiamos estrictamente por el paralelo 0, que pasa por la ciudad de Quito. Pero si nos dejamos llevar por las corrientes actuales de globalización entonces, y solo entonces, Norteamérica es Estados Unidos y Canadá. Es cierto que las fronteras físicas y políticas de los países cambian a menudo, surgen nuevos países o cambian los actuales, pero la geografía es la misma siempre.
Tomemos el ejemplo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte; The North American Free Trade Agreement (nombre oficial en ingles, idioma en que se firmó) firmado por Canadá, México y Estados Unidos el 17 de diciembre de 1992, y entró en vigor el 1 de enero de 1994. ¿Por qué se habla de América del Norte cuando este tratado solo incluye a tres países de un área geográfica donde existen más de 15 naciones? No es que quiera que se incluya Cuba y las demás naciones en esta ignominia con nombre de tratado, sino que se respeten los términos geográficos. Desde siempre los países ricos se han tomado la potestad de cambiar fronteras y nombres a naciones y pueblos. En la Edad Media llamaban paganos, moros e infieles a las personas que profesaban una religión diferente a la suya y que por regla general vivían en los territorios que actualmente ocupan Grecia, Turquía y los otros países del Cercano y Medio Oriente. Los “occidentales” hacían esto cuando ellos son pueblos que surgieron como tales después de la caída del Imperio Romano en el siglo IV de nuestra era y era simples bárbaros; sin embargo los “paganos” ya tenían una cultura formada 2 mil años antes de Cristo.
El caso de Europa es muy parecido al de Norteamérica. Los americanos como un pueblo rico y poderoso se tomó el derecho de nombrar una zona como si fuera un continente. Los imperios europeos hicieron lo propio y a una ínfima porción de Eurasia la llamaron continente. Europa es solo una parte, una extensión, de un continente llamado Eurasia. Qué sucedería si, digamos, Mongolia, quisiera formar parte de la Comunidad Europea y gozar de los mismo privilegios? El ejemplo vivo es Turquía. No hace falta más respuesta. Con los americanos, y me refiero ahora a los del sur del Río Bravo, es diferentes; muy pocos países quieren asociarse a sus tratados económicos. Saben que la firma de un tratado pesa tanto como una injerencia económica y un dominio cultural acrecentado.
En cuestiones de economía y de política los americanos actúan como dueños del mundo. Bueno, también lo hacen en la vida militar. El Tratado del Atlántico Norte es una organización supranacional para establecer una alianza defensiva regional, así los expresa en su constitución firmada el 4 de abril de 1949. Como su nombre lo indica y es de suponer, la conforman países ubicados alrededor del Atlántico Norte. Pero también se suman Italia, Luxemburgo, Grecia, Turquía, Hungría, República Checa, Elovenia, Rumanía y Eslovaquia, países que tienen sus costas en el Mar Mediterráneo, algunos de ellos incluso no tienen costas.
En el deporte los americanos también se han tomado derechos indebidos. Cada año equipos de pelota de Canadá y Estados Unidos disputan un Campeonato Mundial de este deporte en el que participan solo dos países; por supuesto, los “”norteamericanos” y los canadienses. 28 equipos divididos en la Liga Nacional y la Liga Americana juegan 162 juegos y al final los ganadores de cada liga se disputan el título de Campeón Mundial de las Grandes Ligas.
Desde hace mucho tiempo es muy común de las grandes potencias tomarse derechos que no les pertenecen, ya sea por cuestiones políticas, económicas, culturales o incluso deportivas. Para ellos cambiarle el nombre a un continente o decidir un campeonato mundial entre dos potencias es cosa normal. Están acostumbrados a dividirnos en Norte y Sur, en Ricos y Pobres, en Primer y Tercer Mundo. Pero no parecen que estén muy acostumbrados a estudiar geografía.
3 comentarios
Keni Lopez -
Paula -
neba -